jueves, 11 de diciembre de 2008

Bolivia: un laboratorio experimental

Bolivia: Un laboratorio experimental
Luis Christian Rivas Salazar
El científico social Boaventura de Souza Santos, quien habría participado en varias ediciones del Foro Social Mundial en Porto Alegre, visitó Cochabamba invitado por el Centro de Estudios Aplicados a los Derechos Económicos, sociales y Culturales (Ceadesc) para impartir un curso magistral a líderes indígenas andinos, impresionándoles con el argumento falaz de que están en la mira del mundo, en lo que considera que Bolivia es un laboratorio experimental.
Como digno representante del posmodernismo de oposición, nos presenta una “epistemología”, donde la ciencia es tanto más válida cuando se enriquece y dialoga con otros saberes no científicos, ya sean rurales, campesinos, indígenas, de movimientos de mujeres, de movimientos de diversidad sexual, y otros. Todos los saberes tienen sus propias metodologías, la producción indígena no tiene nada que ver con la producción científica y la objetividad implica el respeto por los conocimientos y las metodologías diferentes. En esto se basa su concepto de “ecología de saberes” que se pone en contraposición a la noción eurocéntrica de ciencia.

Esta concepción de la epistemología, me hace recuerdo al renegado Paul Feyerabend quien después de estudiar filosofía de la ciencia con Karl Popper, escribió su obra más conocida: “Contra el método” (1974), donde planteaba el anarquismo metodológico en la ciencia, negando la posibilidad de elaborar un método “que contenga principios firmes, inmutables y absolutamente vinculantes como guía de la actividad científica”, su frase, después adoptada por el posmodernismo: “todo vale”, pretende poner en el mismo nivel al chaman y al científico. Algo me dice, que los posmodernistas culturalistas, no reconocen conciente o inconcientemente que le deben mucho a Feyerabend, quien en su obra: “Adiós a la razón” (1987), propugnó un modelo de sociedad libre en la que el pluralismo de las aproximaciones al campo científico estén acompañadas por un reconocimiento de la legitimidad de todas las otras formas de saber, que deben tener los mismos derechos y el mismo acceso a los centros de poder. Tal parece que la “ecología de saberes” es una repetición de dicha tesis, con el añadido culturalista.

Esta no muy original teoría, plantea la necesidad de llevar a la universidad estos otros saberes, así, cuanto más fuertes son los movimientos sociales más capacidad tienen para tener presencia en la universidad y así combatir la “colonialidad del saber”.

Pero tal parece que la objetividad en la ciencia, radica en la independencia que las teorías científicas deben tener con respecto al sujeto que las porta o descubre, así las teorías luchan entre si, y, sobreviven las que se aproximen a la verdad, lo que significa que tengan un alto grado de verosimilitud. No importa el sexo, el credo, ni el origen del científico. Por eso, Popper planteó la importancia de demarcar la ciencia de la no-ciencia, la primera tiene hipótesis que pueden ser falseables. Así el método científico, hipotético deductivo, demostró resultados que otros métodos no consiguieron (sean estos de la ecología de saberes).

Según el sociólogo, ya que la ciencia también implica un ejercicio ético y político, no podemos ser neutrales, hay que saber de qué lado estamos, estamos del lado del neoliberalismo, del colonialismo, de la derecha, de la hegemonía, o del lado de la contrahegemonía.

Bajo esta base epistemológica donde la ciencia no es neutra (ya que esta dependería del sexo del científico, del color y del origen del saber) y pretende ser considerada objetiva, se gesta un experimento cuyos ratones de laboratorio son los habitantes del futuro Estado plurinacional boliviano.

En efecto, los científicos sociales han puesto en marcha su experimento, bajo el “experimentalismo constitucionalista” y desde cómodas aulas en Portugal y en Inglaterra, observarán si el “contrato social” propuesto funciona. Mientras, en Bolivia puede existir una fragmentación balcánica como resultado de la implementación de la plurinacionalidad a nivel estatal.

Bueno, para escapar de las críticas de la posible refutación de su teoría, Santos reconoce que este es un proceso de largo plazo, talvez los resultados no los vea en vida. Por otro lado, es significativo que el científico social reconozca las evidentes contradicciones del texto constitucional masista, las futuras contradicciones de la legislación ordinaria y por consiguiente, las futuras demandas judiciales de inconstitucionalidad que podrían destruir la plurinacionalidad; por eso, recomienda la importancia de observar la composición del Tribunal Constitucional Plurinacional.

Pero, indica, que ninguna de las casi cien nuevas leyes deberá traicionar la plurinacionalidad, para conseguir eso se necesita movimientos sociales unidos, y, no existe problema si en el proceso un solo partido acumula demasiado poder, con tal de que los movimientos sociales sigan siendo independientes ¿Qué tal esa? ¿Y que tal esta otra? Para hacer las consultas no se consultó a los indígenas sobre los métodos de consulta.

Tanta arrogancia cientificista, basada en la creencia de que el ingeniero social puede construir y poner en marcha utopías con el solo uso de la inteligencia, solo puede ser atribuida a personas que desconocen intencionalmente que la democracia liberal, siendo imperfecta, es un proceso cultural evolutivo que es lo mejor que se tiene hasta el presente; superando lo que se viene a llamar la demodiversidad (las pseudodemocracias indígenas).

Es absurda la idea, dice F.A. Hayek, de que se puede construir una estructura social concebida intelectualmente por los hombres e impuesta de acuerdo a un plan sin tener en consideración los procesos culturales evolutivos. Los intentos de hacerlo, desembocan en crueles tiranías, donde se experimenta con humanos la implantación de ideas abstractas, el error lo sufren los mismos sujetos del experimento.